El altar no es absorbente, es multiplicador
El altar no es absorbente, es multiplicador
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El sacrificio tiene que ser proporcional a lo que nosotros pedimos, de nada servirá que usted pida en grande, pero sacrifique pequeño. Cuando lleguemos al altar con nuestro verdadero sacrificio entonces Dios hará lo que hizo en la vida de Jacob, quien fue transformado en Israel y todos sus sueños se hicieron realidad.
En Hebreos 4:2 dice: “También a nosotros (que sacrificamos) se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos (que no sacrifican); pero no les aprovechó el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe…”
Los grandes hombres de la historia como Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué y otros, escucharon las promesas de Dios, creyeron en ellas y las obedecieron.
Sacrificaron y fueron bendecidos.
Al igual que ellos, muchos dan testimonio de haber sido bendecidos porque también creyeron, obedecieron y sacrificaron.
En Hebreos 4:7, otra vez se determina un día:
“Hoy, diciendo después de tanto tiempo, como por medio de David, se dijo: Si oyereis hoy su voz; no endurezcáis vuestros corazones”.
“Hoy, diciendo después de tanto tiempo, como por medio de David, se dijo: Si oyereis hoy su voz; no endurezcáis vuestros corazones”.
Dios lo está llamando para que sacrifique, para que confíe en Él y ponga su todo en el Altar, el Altar no es absorbente, por el contrario es multiplicador, algunos han perdido mucho en su vida porque han pensado que lo que se da en el Altar se pierde y no es así, pues el Altar multiplica.
El problema de muchos es que oyen, pero no creen y no se definen, ni toman una actitud. Endurecen el corazón, tienen miedo y dudas…
Sin embargo, los que creyeron y obedecieron la voz de Dios en esta campaña, los que se lanzaron tomando una actitud de fe para sacrificar, estos subieron al Altar como Jacob y descendieron siendo Israel.
Antes de su paso por el Vado de Jaboc, Jacob era uno; después del Vado pasó a ser otro.
Sus años siguientes fueron los más felices y así será también con nosotros.
Lo que nos queda de vida será lo mejor de nuestras vidas.
Lo que nos queda de vida será lo mejor de nuestras vidas.
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Obispo Agnaldo Silva
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