¡Heme Aquí!

¡Heme Aquí!

Había un hombre que era íntimo con Dios, él hablaba con Dios y Dios hablaba con él, a los hombres que alcanzaban este nivel espiritual, se les llamaba profetas, porque ellos tenían una conexión directa con Dios y Él también se comunicaba con ellos directamente. Un hombre que fue profeta se llamaba Elí y Dios lo colmaba de visión, sabiduría, dirección, ideas y conocimiento, imagínese tener este privilegio de hablar con Dios, así como quien habla con un amigo, Dios se prestaba para bajar y conversar con Elí. Más el tiempo pasó y Elí se descuidó, él ya no daba más importancia a la palabra de Dios, a la voluntad ni a las enseñanzas de Dios, él tenía unos hijos malos, desobedientes que lo ayudaban en el templo, ellos no hacían las cosas bien y él no los corregía, entonces Elí fue cada vez más revelándose, desobedeciendo, tomando a la ligera su relación con Dios. Vamos a ver las consecuencias de eso.

Elí tenía un ayudante, un niño que lo auxiliaba, su nombre era Samuel.
El joven Samuel ministraba al Señor en presencia de Elí; y la palabra del Señor escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.
(1 Samuel 3:1)

Esto quiere decir que en esos momentos por la mala conducta de Elí, Dios raramente hablaba, Él había dado un paso atrás y lo peor que le puede pasar a un ser humano es que Dios dé un paso atrás y lo deje solo, porque sin Dios nada podemos hacer, Dios había dado un paso atrás porque Elí había despreciado a Dios. Elí quedó ciego y sin dirección, ya no oía a Dios y Él ya no le mostraba nada.

Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, el Señor llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. (1 Samuel 3:2-4)
Esta respuesta de Samuel fue todo lo que Dios necesitó para hacer de él uno de los más grandes profetas de la historia, todo porque Dios encontró en él la disposición. Usted puede no saber mucho en la vida, algún día cuando eran adolescentes tuvieron que escoger entre estudiar o trabajar y quizá desafortunadamente por la pobreza o la situación en que estaban, no pudieron terminar sus estudios, algunos tuvieron que cuidar de sus hermanos menores y ayudar a sus padres, pero eso no impide que Dios haga algo grande en su vida. Lo único que Dios está esperando en cada persona aunque tenga deficiencias, o se halla equivocado en el pasado, es que le diga lo mismo que le respondió Samuel ¡Heme aquí! puede ser que allá afuera reciba muchas críticas por el hecho de venir a la iglesia, pero Dios está buscando personas que no se fijen en las críticas, pero que tengan la misma respuesta que Samuel, claro que no puede ser un ¡Heme aquí! para quedar bien, es un ¡Heme aquí! con una entrega total de su vida a Dios.

Obispo Agnaldo Silva