Por qué dejé de ser católico

Nunca escribí sobre esto, a pesar de haber hablado ya públicamente al respecto. Mi intención no es atacar a los católicos, pues todos tienen el derecho de creer en lo que quieren. Tampoco escribo para hacer apología de cualquier otra iglesia, incluso de la mía. Quiero solo revelar lo que me hizo reevaluar mi fe católica hace 27 años. Quizás ayude a algunos en la misma situación.

Crecí como todo buen católico. Mis padres me bautizaron a los meses de haber nacido. Mi hermano mayor inició y terminó sus estudios en colegios católicos. El presupuesto de la familia no permitió que yo hiciera lo mismo. Cuando íbamos a misa, yo me sentía un paria cuando mi hermano iba adelante a tomar la hostia pero yo no podía, pues no había tomado la primera comunión.

Pero eso no me impidió participar de las misas de nuestra parroquia los domingos, usar crucifijo en el cuello, la imagen de la santa en la billetera, hacer la señal de la cruz cada vez que pasaba por enfrente de la iglesia y en cualquier otra ocasión que pidiese un poco más de suerte y protección, por buena medida. Ah, y claro, no olvidando las peregrinaciones que mis padres hacían casi anualmente hacia la Aparecida del Norte.
A mis 13 años, una revolución sucedió en nuestra familia. La historia es larga, pero la conclusión fue que mi padre traicionó a mi madre, terminó yéndose de casa, y nuestro mundo relativamente tranquilo se vino abajo. Entre noches de llanto y ganas de morir, venían las preguntas: ¿Por qué? ¿Qué hicimos para merecer esto? ¿Qué fue de nuestras oraciones y devociones y velas encendidas?
Todo lo que el cura nos decía era que “Jesús también sufrió, ¿quiénes somos nosotros para reclamar?” Además de no ayudar, todavía nos hacía sentir mal por haber preguntado.
Entonces alguien me enseñó a hacer algo por primera vez en la vida: abrir la Biblia y entenderla.
Mañana voy a decirle lo que descubrí y lo que eso le causó a mi fe. Nos vemos aquí.

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