Nacer del Agua y Nacer del Espíritu
Nacer del Agua y Nacer del Espíritu
Respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Juan3.5
Comprensión:
Jesús no necesitaría decir: de cierto, porque Su Palabra es siempre verdadera. Pero, Él lo dijo dos veces para enfatizar una revelación inédita: nadie puede entrar en el Reino de Dios sino nace de agua (la Palabra) y del Espíritu Santo. O sea, para ser hijo de Dios es necesario nacer del Espíritu Santo.
Jesús no necesitaría decir: de cierto, porque Su Palabra es siempre verdadera. Pero, Él lo dijo dos veces para enfatizar una revelación inédita: nadie puede entrar en el Reino de Dios sino nace de agua (la Palabra) y del Espíritu Santo. O sea, para ser hijo de Dios es necesario nacer del Espíritu Santo.
Aquí no se trata del bautismo con el Espíritu Santo, sino de una experiencia personal entre el ser humano y Dios.
El Espíritu Santo convencé del pecado; El pecador reconoce que su alma está eternamente perdida y, entonces, clama desesperado por perdón; allí, el Espíritu Santo señala al Único que puede salvarlo: Jesús.
Finalmente, él se rinde al Señor Jesús de forma sincera e incondicional. Entonces, el Espíritu de Dios lo hace nacer de nuevo.
El milagro de una nueva vida sigue el mismo patrón del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios: María fue envuelta por el Espíritu del Altísimo, y de allí fue concebido Jesús. El mismo proceso se da en relación a los demás nacidos del Espíritu, hijos de Dios.
Treinta años más tarde, Jesús le enseñó a un maestro religioso cómo convertirse verdaderamente en un hijo de Dios:
"El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios", (Juan 3:5).
Nacer del agua incluye el cambio de los pensamientos humanos por los de Dios. El agua Divina lava los pensamientos futiles, inútiles y vanos, y ocupan, en su lugar, los pensamientos vivos de Dios.
Ya el nacer del Espíritu ocurre conforme al relato del ángel a la virgen María: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…", (Lucas 1:35).
Es lo que tiene que suceder con todos. Todos lo que, con humildad, creen en la Palabra de Dios.
Por eso, también el ser santo que ha de nacer será llamado Hijo de Dios.
Para complementar esto, el Espíritu Santo, a través de Pablo, afirma: "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él", (Romanos 8:9).
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