Avancemos para cruzar las nuevas puertas que se abren
Avancemos para cruzar las nuevas puertas que se abren
Algunos edificios modernos tienen dos pares de puertas automáticas dobles, separadas por algunos metros de distancia. Las primeras puertas se abren automáticamente cuando nos acercamos pero, por razones de seguridad, cuando pasamos por el primer par de puertas tenemos que esperar a que se cierren antes de que se abran las siguientes. Mientras nos mantenemos junto al primer par de puertas, el segundo par no se abre.
Muchas veces la vida funciona de manera parecida a la de esas puertas automáticas. Tiene que dejar atrás sus desilusiones y fracasos, y hacer que esas puertas se cierren del todo detrás de usted. Avance hacia el futuro que Dios le tiene preparado, sabiendo que nada puede hacer por aquello que en el pasado le lastimó. No podemos cambiar el pasado, pero sí el futuro. Lo que hay delante de usted es mucho más importante que lo que quedó atrás. El lugar hacia donde se dirige tiene más importancia que el lugar de donde usted viene.
Si tiene la actitud correcta, si confía en las promesas de Dios, tendrá más en el futuro de lo que perdió en el pasado. Deje de mirar atrás. Hoy es un nuevo día. Tal vez sienta que sus sueños se murieron, pero Dios puede resucitar sus sueños muertos, o darle sueños nuevos y flamantes. Él es un Dios sobrenatural y cuando creemos, todas las cosas son posibles.
Es que Dios no se ha dado por vencido con usted. Sabe que ha puesto dentro de usted semillas de grandeza. Hay algo en usted que otros no tienen. Dios le ha dado sueños y deseos nobles. Sin embargo, muchas veces permitimos que la adversidad, el desaliento y las dificultades nos paralicen y pronto vemos que dejamos de avanzar. No nos elevamos, no creemos poder alcanzar un lugar más alto en la vida.
Es irónico que algunas de las personas más talentosas y con mayores dones pasen por experiencias injustas y desafortunadas; tales como divorcios, abusos y abandonos. Es fácil que piensen: “¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Qué hice para merecerlo?”
Lamentablemente, el mal conoce parte de lo que hay dentro de usted. Sabe cuál es su potencial, así que hará todo lo posible por evitar que esa semilla germine. Él no quiere que sus dones y talentos florezcan. No quiere que alcance sus sueños. Quiere que tenga una vida promedio y mediocre.
Tiene que entender lo siguiente: Dios no creó ninguna persona sin poner dentro de ella algo de extremo valor. La vida quizá haya intentado aplastarle con dificultades y desilusiones. A los ojos humanos tal vez no vea la forma en que pudiera volver a levantarse. No ve como podría ser feliz. En ese momento puede decir con firmeza y convicción: “Sé lo que tengo dentro. Soy hija o hijo del Dios Altísimo. Dios me llena con su poder y potencial, así que voy a levantarme para ser todo lo que Dios quiere que sea, aquello para lo que me creó”.
El apóstol Pablo dijo a su joven discípulo Timoteo: “No descuides el don que hay en ti”. De manera similar también necesita cuidar del don que hay en usted, de sus talentos, de sueños y deseos, sumados a todo su potencial. Quizá estas cualidades y características estén hoy sepultadas bajo la depresión y el desaliento, y bajo las opiniones negativas de quienes le dicen que no podrá, bajo las debilidades, defectos y temores que siente. Aun así, las cosas buenas que Dios puso en usted todavía están ahí. Tiene que hacer su parte y comenzar a trabajar para que salgan a relucir.
Si siente que la vida le ha aplastado, con situaciones injustas o desilusiones terribles, pase lo que pase nunca se quede en el suelo. Levántese del polvo. Si no encuentra quien le aliente, aprenda a animarse a sí mismo. Levántese por la mañana, alce la cabeza y mírese en el espejo diciendo: “Ya he llegado demasiado lejos como para detenerme ahora. Estaré golpeado, pero no abatido. Voy a levantarme otra vez: Sé que no soy una víctima sino un vencedor”.
Muchas veces la vida funciona de manera parecida a la de esas puertas automáticas. Tiene que dejar atrás sus desilusiones y fracasos, y hacer que esas puertas se cierren del todo detrás de usted. Avance hacia el futuro que Dios le tiene preparado, sabiendo que nada puede hacer por aquello que en el pasado le lastimó. No podemos cambiar el pasado, pero sí el futuro. Lo que hay delante de usted es mucho más importante que lo que quedó atrás. El lugar hacia donde se dirige tiene más importancia que el lugar de donde usted viene.
Si tiene la actitud correcta, si confía en las promesas de Dios, tendrá más en el futuro de lo que perdió en el pasado. Deje de mirar atrás. Hoy es un nuevo día. Tal vez sienta que sus sueños se murieron, pero Dios puede resucitar sus sueños muertos, o darle sueños nuevos y flamantes. Él es un Dios sobrenatural y cuando creemos, todas las cosas son posibles.
Es que Dios no se ha dado por vencido con usted. Sabe que ha puesto dentro de usted semillas de grandeza. Hay algo en usted que otros no tienen. Dios le ha dado sueños y deseos nobles. Sin embargo, muchas veces permitimos que la adversidad, el desaliento y las dificultades nos paralicen y pronto vemos que dejamos de avanzar. No nos elevamos, no creemos poder alcanzar un lugar más alto en la vida.
Es irónico que algunas de las personas más talentosas y con mayores dones pasen por experiencias injustas y desafortunadas; tales como divorcios, abusos y abandonos. Es fácil que piensen: “¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Qué hice para merecerlo?”
Lamentablemente, el mal conoce parte de lo que hay dentro de usted. Sabe cuál es su potencial, así que hará todo lo posible por evitar que esa semilla germine. Él no quiere que sus dones y talentos florezcan. No quiere que alcance sus sueños. Quiere que tenga una vida promedio y mediocre.
Tiene que entender lo siguiente: Dios no creó ninguna persona sin poner dentro de ella algo de extremo valor. La vida quizá haya intentado aplastarle con dificultades y desilusiones. A los ojos humanos tal vez no vea la forma en que pudiera volver a levantarse. No ve como podría ser feliz. En ese momento puede decir con firmeza y convicción: “Sé lo que tengo dentro. Soy hija o hijo del Dios Altísimo. Dios me llena con su poder y potencial, así que voy a levantarme para ser todo lo que Dios quiere que sea, aquello para lo que me creó”.
El apóstol Pablo dijo a su joven discípulo Timoteo: “No descuides el don que hay en ti”. De manera similar también necesita cuidar del don que hay en usted, de sus talentos, de sueños y deseos, sumados a todo su potencial. Quizá estas cualidades y características estén hoy sepultadas bajo la depresión y el desaliento, y bajo las opiniones negativas de quienes le dicen que no podrá, bajo las debilidades, defectos y temores que siente. Aun así, las cosas buenas que Dios puso en usted todavía están ahí. Tiene que hacer su parte y comenzar a trabajar para que salgan a relucir.
Si siente que la vida le ha aplastado, con situaciones injustas o desilusiones terribles, pase lo que pase nunca se quede en el suelo. Levántese del polvo. Si no encuentra quien le aliente, aprenda a animarse a sí mismo. Levántese por la mañana, alce la cabeza y mírese en el espejo diciendo: “Ya he llegado demasiado lejos como para detenerme ahora. Estaré golpeado, pero no abatido. Voy a levantarme otra vez: Sé que no soy una víctima sino un vencedor”.
Tiene que mantenerse despierto y alerta para poder ver las puertas que se abren delante de usted.
“No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:12 – 14)
“No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:12 – 14)
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Obispo Agnaldo Silva |
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