El Mal Aliento


El Mal Aliento
El Señor Jesús no vino para los hipócritas, sino para aquellos que están perdidos en el pecado, y dentro de sí hay un clamor, un deseo de servir a Dios, de puri carse. Son estas personas que, una vez puri cadas, van a traer sus ofrendas de justicia. Dios está interesado en la adoración de personas que realmente Le presenten ofrendas de suave aroma.
¿Usted ya conversó con una persona que tiene mal aliento? ¿Cómo reacciona usted? Yo, por ejemplo, busco alejarme, porque es muy malo, el olor es a podrido. No tengo coraje de decírselo a la persona, pero trato de alejarme, porque no soporto el mal aliento. Ni sentirlo, ni hacérselo sentir a alguien.
Así ocurre con las ofrendas que presentamos para Dios, porque nuestra vida es una ofrenda. Así como el Señor Jesús fue una ofrenda para Dios, nosotros también, para seguir Su ejemplo, somos una ofrenda para Él.
Noé estaba tan lleno de gratitud por su salvación y por la de su familia, que inmediatamente después de haber salido del Arca, construyó un altar y sacri có al Señor animales limpios. Y cuando él presentó su ofrenda, el Señor aspiró el aroma de aquel sacri cio e inmediatamente Se dijo a Sí mismo: “No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre…” Génesis 8:21. Entonces, en aquel momento, bendijo a Noé y a sus hijos, diciendo: “… Fructi- cad y multiplicaos, y llenad la tierra.” Génesis 9:1
Dios firmó un pacto con Noé, a causa de la gratitud inmensa que Él manifestó por su sacri - ficio.
¿Usted ya imaginó qué tipo de ofrenda es para Dios?
La ofrenda que Abel presentó agradó a Dios y justi có a Abel.
Jesús fue Ofrenda presentada a Dios en el calvario, y Dios-Padre aspiró aquel perfume.
¿Y usted? ¿Y yo? ¿Qué perfume exhala nuestra ofrenda? ¿Exhalamos el buen perfume del Señor Jesús o el olor del mal aliento?
Mucha gente me pregunta cuál es mi secreto.
¿Sabe cuál es mi secreto? ¿Uno de ellos?
Mi vida es para ganar almas. Yo vivo para ganar almas, para servir a mi Dios. Creo que mientras estemos en la Tierra, tenemos una oportunidad de salvar el máximo de almas posible, y yo no puedo perder tiempo. Mientras yo esté aquí, quiero dar lo mejor de mí para que mi Señor sea glori cado y haya salvación de almas. Mientras yo esté aquí, quiero dar mi máximo para que Dios aspire mi vida como un suave perfume.
Dios nos salvó para salvar. Y hasta usted, que no tiene ningún título en la iglesia, pero es nacido de Dios, su misión principal debe ser la de ganar almas. Sea a través de sus ofrendas, o de la evangelización, o de visitas a enfermos, a encarcelados, a huérfanos, en n. Porque la vida de quien nació del Espíritu es para generar otras personas. Esta es una ofrenda de justicia.
Nosotros no tenemos placer en ver a un pastor, a un obrero o a un miembro caído. Por el contrario, ¡nos indignamos! Por eso, quiero hacer una invitación especial.
Yo no sé en qué se equivocó usted, y no me estoy re riendo al hecho de que sea un exmiembro, ex-obrero o ex-pastor de la Iglesia Universal, pues eso no interesa. Lo que queremos es ayudarlo.
Hasta a usted que está apartado de la Vid verdadera, el Señor Jesús lo quiere. No importa la iglesia o el ministerio al que usted perteneció. Nosotros vamos a tratar acerca del restablecimiento de su salud espiritual, para que usted sea suave aroma, ofrenda de justicia, y vuelva a exhalar el perfume de Jesús, para que Dios sea glori cado en su vida.

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