QUEJA... ¡TODOS TENEMOS UNA! ¿Cuál es la suya?


QUEJA... ¡TODOS TENEMOS UNA! ¿Cuál es la suya?


Si yo le pregunto, ¿usted desea ser un fracasado o un vencedor?, inmediatamente me respondería lo obvio, vencedor. Pero le pregunto esto porque no siempre sus palabras concuerdan con sus pensamientos, es decir, usted me dice que quiere ser un vencedor, pero será que su cabeza piensa de la misma manera, su respuesta es automática e inmediata, pero su cabeza no está siquiera imaginando lo que debe hacer para ser un vencedor.
¿Sabe por qué? porque las religiones, las iglesias, los hombres, el país, la familia, la cultura, le lleva a conformarse con el problema que usted está enfrentando aunque no esté a gusto con esa situación. Entonces usted no consigue quejarse, indignarse, enojarse con la situación; por ejemplo, existen muchas personas que están sufriendo con enfermedades, problemas económicos, familiares, deudas, si les preguntamos si están contentas con esa vida inmediatamente responderán que no, pero ¿será que ellos han presentado su queja delante de Dios? ¿será que usted ya presentó su queja ante Dios?, quizá usted piensa que es un pecado enojarse y presentar su queja a Dios, porque las religiones le enseñaron eso, la cultura, el país, las personas le enseñaron a callarse y a doblegarse delante de la situación, pero Dios quiere que usted Le presente el problema que está pasando.
El problema está en que usted aprendió a conformarse con la situación, con la desgracia. “Pastor yo no tengo casa propia, no tengo ropa, a veces no tengo ni para comer, mi marido llega ebrio todos los días, mi hijo es drogadicto, mi hija es prostituta, mi otro hijo es homosexual y el último tiene cáncer, pero estoy bien, ya me acostumbre”. Déjeme decirle que ningún ser humano que tiene sangre caliente en las venas, sea pecador o no, nadie que tenga un mínimo de razón puede aceptar eso. ¿Cómo puede estar feliz viviendo una vida tan miserable, llena de fracasos, de miseria y de desgracias?
Entonces, ¿puedo quejarme con Dios?
Por supuesto, decir: “Dios mío si yo te he servido, si he entregado mi vida en tus manos, por qué estoy así”, no signi ca que esté quejándose en contra de Él, sino contra la situación.
De repente usted ya se quejó con su marido y nada cambió, se quejó con su patrón y no le aumentó el sueldo, se quejó con su hijo, pero no dejó la cocaína. En n, usted debe quejarse con Dios porque sólo Él puede resolver esa situación.
La biblia relata que Moisés, era un hombre que estaba disgustado con la situación que enfrentaba: “Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias… Y dijo Moisés al Señor: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.” (Números 11:10-11)
Moisés presentó su queja a Dios y le dijo: Señor, o me das la victoria o entonces mátame de una vez, pero no me dejes ver mi fracaso, porque no es inteligente creer en un Dios tan grande y arrodillarse delante de la desgracia.
¿Por qué?, porque esa actitud no es inteligente, por eso Moisés cuestionó la situación, él era un hombre de Dios, bueno, pero en la hora de la situación difícil, Moisés preguntó ¿por qué Dios, por qué estoy pasando por este fracaso, por qué esta situación?, ¡Me das la victoria o matame, pero no me dejes ver mi derrota!.
Otro ejemplo es el de Abraham, pasaron 25 años luego de la promesa que le hizo Dios de darle un hijo y la palabra no se cumplía, llegó un momento en que Abraham le dijo: “Señor, ya estoy cansado de promesas, o me das lo que prometiste o entonces olvídate de mí”. Eso no es usar el corazón, ni la religión, ni la costumbre de un país, eso es, usar la inteligencia basada en la Palabra de Dios, como dice el dicho popular, “lo prometido es deuda” nadie que tenga una deuda puede dormir tranquilo.
 ¡Que su fe le haga vencer!

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