La Mujer Inteligente
La mujer inteligente hace a su familia feliz, dice la Biblia. O si usted prefiere la versión más tradicional, la mujer sabia edifica su casa. Es nada menos que una declaración. Qué responsabilidad. Qué poder.
¿Por qué no el hombre?
El hombre puede entender bien de construir una casa con ladrillos y cemento. Él lidia bien con cosas como: —la madera va aquí, la canaleta tiene que venir por este lado, el tejado tiene que ser de aquel material. Sabe organizarlas bien, usar la inteligencia para crear cosas. Le salen muy bien las ciencias exactas. Sin embargo, hacer a una familia feliz está lejos de ser una ciencia, mucho menos exacta. Y el hombre, aunque sea sabio, normalmente lleva las de perder respecto a la mujer sabia en este sentido.
Ella es la arquitecta de las relaciones familiares. El bebé aún está en el vientre y ella ya está pensando con quién se va a casar él, cómo será de linda la novia, y cómo los nietecitos serán aún más lindos. Ella ya tiene todo planeado en su mente femenina. Mientras tanto, el esposo sólo está pensando en qué grande está su vientre.
La mujer tiene el poder de ser el centro de las atenciones en su casa. Ella es el punto central, el eje de la familia. Las decisiones, elecciones y todos los acontecimientos pasan por ella — y cuando no es así, inevitablemente algo va a salir mal. Cuando Cristiane no está en casa, yo me siento como un hombre con una sola pierna.
Es el poder de la mujer.
Por eso ella tiene que ser sabia. Con tanto poder, si no lo usa con inteligencia, termina destruyendo su hogar. Si ella habla demasiado, es insegura, celosa, egoísta, materialista, irrespetuosa, inconveniente, relajada, controladora, peleadora, orgullosa, desafiante, temperamental… tic-tac, tic-tac, 4, 3, 2, 1… ¡sálvese quien pueda!
Mujer, el poder no es nada sin el control y sin la sabiduría. Entonces:
1. Reconozca el poder que tiene
2. Busque la sabiduría
3. Sea una buena influencia en su casa
Más que su propio esposo, usted tiene el poder de hacer a su familia feliz. Es la Biblia quien lo dice, no yo.
Antes que alguien escriba diciendo: “Si, pero el hombre también tiene que hacer su parte…” — déjeme decirle: claro que sí. No estoy eximiendo al hombre de su papel. El foco aquí es la habilidad que la mujer tiene, superior a la del hombre, con respecto a la felicidad de su familia.
Obispo Renato Cardoso |
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