La conciencia
La conciencia
La conciencia funciona como un monitor interno, casi igual que una alarma. Cuando esté a punto de hacer algo que no será de bene cio o que le meterá en problemas, su conciencia le hará sentir incomodidad. No ignore sus advertencias. Es ella la que le ayuda a saber lo que está bien y lo que está mal.
Podríamos evitarnos muchos problemas si la mantuviéramos en estado de sensibilidad.
Muchos dicen: “Sé que no debería hacer tal cosa, pero…” o “Sé que está mal que lo diga, pero…” Es que saben lo que deben hacer. Pueden sentir la desaprobación, pero deciden desobedecer a su propia conciencia.
No cometa el error de amordazar a su conciencia. Respétela. Así como respeta a su jefe o a alguien que tiene autoridad sobre usted. Dios la utilizará para guiarle y mantenerle alejado de los problemas. Tal vez converse con su esposa y de repente surja un tema sobre el que no están de acuerdo. Se siente ofendido y quiere discutir, defendiendo su argumento, pero entonces suena la alarma interior. Algo dentro de usted le dice:
“Déjalo pasar. Ya no hable más. Muérdete la lengua. Apártate. Manten la paz”. Esa es su conciencia que intenta mantenerle alejado de los problemas. Dios está tratando de advertirle. Muchas veces ignoramos a nuestra conciencia y elegimos seguir por nuestra cuenta. Terminamos con gran discusión, muy enojados, y el resto del día queda arruinado.
Amigo, amiga, aprenda a ser sensible. Deténgase cuando la conciencia se lo indique. No quiera tener siempre la última palabra.
Antes de meterse en problemas o de que tome una mala decisión, Dios siempre le dará una advertencia. Sonará su alarma interior, si presta atención y es sensible Dios podrá guiarle y ayudarle a evitar problemas innecesarios.
Casi siempre, bien dentro de nosotros sabemos qué deberíamos hacer. Pero muchas veces elegimos hacer otra cosa. Debe entender que cada vez que hace caso omiso de lo que le indica su conciencia, la vez siguiente esa voz le hablará en tono más bajo.
Desafortunadamente, podrá llegar al punto en que haya apagado la voz de su conciencia y ya no hable más. Lo que la Santa Biblia llama de conciencia cauterizada.
La insensibilidad a la voz de Dios tiene que preocuparnos, en especial si hemos estado haciendo algo malo durante tanto tiempo aun sabiendo que estamos mal y eso ya no nos molesta o ni siquiera lo vemos como algo malo. Es que nos adormecimos en esa área y por eso debemos orar cada día: “Dios, ayúdeme a permanecer sensible a Tu voz. No permitas que me endurezca, me enfríe o me duerma en ninguna de las áreas de mi vida; ni en mi actitud ni en la forma en que trato a los demás; ni en lo que hago o digo. Dios, ayúdame a escuchar la voz de mi conciencia”.
Dios recompensa la obediencia. No amordace su conciencia. Si somos sinceros con nosotro mismos y tenemos deseos de cambiar, Dios nos ayudará a lograrlo. Es mejor pasar por un poco de dolor durante el cambio que pasar veinte o treinta años sufriendo las malas consecuencias. Cuanto más obedientes somos, tanto más fácil nos resulta obedecer.
La obediencia engendra obediencia. Así también, la desobediencia engendra más desobediencia.
Si hay cosas que hacer, que sabe que no tiene que hacer, entonces cambie; o si hay cosas que sabe que tendrá que hacer y no está haciendo, entonces cambie. Tal vez no sea algo grande. Es posible que no esté viviendo en un terrible pecado, pero quizá Dios está advirtiéndole en cuanto a tener una mejor actitud, en cuanto a pasar más tiempo con sus hijos, o con respecto a la comida que come y que no es sano. No importa qué sea, decida que prestará más atención a su conciencia. Entonces ese peso se quitará de encima de usted. Me gusta lo que dijo el apóstol Pablo en Hechos 23:1 “Con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy”.
Ese también debiera ser nuestro objetivo. Cuando nuestra conciencia está en paz, nos libramos de toda condenación. Cuando nuestra conciencia está limpia, podemos ser felices.
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| Obispo Agnaldo Silva |
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